Tres niños… Nunca había cuidado a tres niños a la vez, pero sabía que necesitaba desesperadamente un desafío. A cargo exclusivo de tres niños de ocho, seis y cuatro años. En los últimos seis meses ni habíamos hablado ni la había visto en televisión. Uso exclusivo de Renault Clio; suite con televisión y dvd». N. de la t: En la serie de televisión de ciencia ficción de la bbc Doctor Who, el tardis es una máquina del tiempo, cuyas dimensiones interiores son mucho mayores que las exteriores. Eso les da a los niños estabilidad y les enseña que no son ellos quienes están al mando, sino ustedes, a través de mí. Sin embargo, existe una enorme responsabilidad con las 120 familias y los vaqueros que son el núcleo de esta notable hacienda. Una mujer gritó y otra se desmayó; los hombres parecían indignados. Ante él apareció una mujer en la cincuentena que llevaba puesto un tipo de traje de chaqueta que Dick no sabía que seguía existiendo.
Y entonces lo leyó una vez más. Justo cuando pensaba que Dick se lo iba a preguntar una vez más, la puerta de cristal se abrió y Josh entró. Leyó por encima las páginas de anuncios para niñeras y se vio a sí misma como una mercancía muy solicitada. Tenía el pecho como una tabla y cara de rana. Entonces una sombra se cernió sobre ellos y cuatro ojos inocentes se alzaron hacia Edwina a través de los agujeros, adornados con puntillas, de las piernas. Era demasiado arriesgado. En mi caso la cadena perpetua podía significar muchos años a la sombra. Una sombra de pánico se apoderó del rostro de Toby. Era una casa victoriana corriente, sin jardín delantero, la última de la hilera. La siguiente vez, Diane estaba analizando cada palabra que decía para ver si era lo suficientemente buena niñera como para cuidar de sus preciosos nietos. «Se busca niñera agradable y cariñosa para familia trabajadora en Highgate Village, Londres. Highgate Village. Era un bonito nombre, de sonoridad pintoresca, pero estaba en Londres. La casa de Highgate le había parecido pequeña desde fuera, más pequeña incluso que la de sus padres.
Le contó que Sheila, su mejor amiga, se había pasado por su casa hacía media hora para mantener con ella una charla de chicas atrasada. No podía esperar para que Tina viniera otra vez para poder tener una charla de chicas con ella. Ella lo siguió por el pasillo y, para cuando llegaron a la cocina, Dick prácticamente iba corriendo. Vanessa ignorando el ligero balanceo que estaba empezando a sufrir Dick. Ahora sé porqué Nik le dijo a Max que me dijera que no la abriera hasta que se hubiera ido. Es increíble. Nik es increíble. El sonido de las risas de los niños y el ladrido de los perros la relajaron. Nancy se estaba quitando las braguitas y le enseñaba a Davey el lugar en el que Barbie las había autografiado personalmente en rosa. Oh, otra vez no -suspiró Edwina, y dejó la revista, se levantó del banco y fue andando a regañadientes hasta donde estaba Nancy.
De pronto, una cálida y acogedora brisa acarició el aire y Jo cerró los ojos por un instante y se reclinó en el banco. Abrió los ojos y miró la revista que Edwina había dejado a su lado, en el banco. Pensé que era un buen momento para mantener esa conversación, pues ninguno de los dos sabía en qué acabaría lo de Tommy y quizá existiera alguna posibilidad de que el mismo Lee saliese perjudicado. Contesta, Tommy. ¿Es importante o no? Jo vio a los niños alzar las braguitas de Barbie por encima de sus cabezas, con el feliz desconocimiento de que su análisis de autenticidad estaba a punto de ser severamente interrumpido. Hacer punto y cocinar. He llegado a la conclusión de que quizás los niños no están en las cartas para mí. Al principio creyó que el sueldo era el número de apartado de correos. El vestíbulo era prácticamente una habitación en sí mismo, con relucientes baldosas victorianas y cornisas en los techos que enmarcaban la cubierta de filigrana para el radiador.
Me he llevado una cosa, un pequeño recuerdo. Estaba tumbado en el sofá delante del televisor; llevaba una camiseta, pantalones de chándal y gruesos calcetines de lana. Jo dejó de doblar los pantalones del chándal de Zak. Hilda cada vez que Bill recorría los canales en busca del programa que quería ver. Otra media hora de juegos antes de que llegara la hora de la recogida. Hora de Sherlock Holmes. No hemos hablado desde que me dijo claramente que no quería tener niños. Me quedé viuda en 1979. Estaría encantada de quedarme con los niños cualquier noche. Imagino que no querrían preocuparnos, y menos aún esta noche. Capítulo 2 Había tanto que asimilar que Jo no sabía adónde mirar primero. No había estado en Londres desde que era adolescente, cuando se fue de marcha por allí con un grupo de amigas. Pero cuando me derribé las chicas vinieron a consolarme y me di cuenta de lo afortunada que era de tenerlas. Empezó a pasar páginas con la sensación de haber descubierto una capa nueva de bombones, cuando creía que lo único que quedaba en la caja era mazapán de naranja.