En el contexto del feudalismo medieval, Barcelona gozó de unos notables privilegios, concedidos primero por los reyes francos y, posteriormente, por los condes catalanes. El goleador del certamen fue el brasileño Romario con 7 goles y se adjudicó la Bota de Oro. Así mismo, su compañero de equipo Denilson fue reconocido con el Balón de Oro que lo distinguía como el mejor jugador de la justa.