Volví a Londres y siete meses más tarde, en julio de 1794, recibí una carta inesperada. Como es natural, aquella carta me dejó anonadado, pues había perdido la esperanza de tener noticias de mi sobrino, por no hablar de la mujer con quien vivía. Pues a Londres. Esta vez llegaremos. » Thérèse parecía aterrada por mi pregunta, pues conocía la respuesta y sólo quería saber si Tom mentiría o no. Thérèse lloraba a lágrima viva y por un instante temí que diera a luz allí mismo. Por fin, me despedí diciendo que volvería al cabo de unos días para ver cómo seguía Thérèse y que no podría prolongar mi estancia en París mucho más tiempo. Después tuve que firmar una declaración en la que juraba que, una vez que hubiese abandonado el plato, no revelaría ninguna escena o suceso que hubiera presenciado en el mismo. …que pensarían que, por el hecho de tratar con la mujer del productor de El show de Buddy Rickles, podrían acceder al programa y a toda la NBC más fácilmente. Puedo hacer tantas cosas aquí… Soy una mujer fuera de serie, ¿
Vibro alrededor de su dedo y veo cómo su rostro se contrae de una manera casi dolorosa. He intentado convencerlo de que huya de París, pero no hay manera. Asiento. Él chupa mis labios de la manera más dulce. —Omarr. Él es mi problema, sudadera tottenham no el tuyo. Me levanto y la ayudo a salir de su silla. El revolucionario paralítico Couthon se lanzó por unas escaleras de piedra, y ahí quedó atrapado, mientras su silla de ruedas se reía de él desde el rellano superior, hasta que llegaron los soldados con la orden de arresto. Los legisladores citaron delitos que incluyen ejecuciones extrajudiciales, asesinatos, confiscación de armas de fuego sin orden judicial y encarcelamiento sin el debido proceso. Antes de abandonar París de forma definitiva, había temido que Tom me denunciase por traidor y me condenaran a morir en la guillotina; por otra parte, no quería tener nada que ver con aquel terrible derramamiento de sangre. Robespierre es demasiado poderoso para que le ocurra nada.
Creía que no te gustábamos. El que ya no me llamase «tío» no auguraba nada bueno-. Sangra más de lo que a mí me gustaría pero no es nada grande. Le quitaron el improvisado torniquete que llevaba en la mandíbula y tuvieron que retenerlo a la fuerza. Por desgracia, no. Le rompiste la mandíbula y un par de costillas. Llevaba a un niño de unos ocho años de la mano, mientras con la otra asía un par de bolsas grandes. Criticábamos a Herb porque hacía mucho que no nos llamaba, aunque supongo que tendría la cabeza demasiado ocupada para pararse a pensar en los sentimientos heridos de un par de viejos amigos. Déjame en paz -dijo zafándose-, a menos que no te importe que te haga arrestar aquí mismo. Al ejército le importan todos un comino -dijo Thérèse, doblándose de dolor mientras se agarraba la barriga-. Ahora todo es diferente, y Tom está demasiado unido a Robespierre -me contó Thérèse, que tenía el rostro más hinchado de lo que recordaba, sin duda a causa del embarazo-.
Me volví hacia Thérèse, que escudriñaba mi reacción sonriendo. Esa noche, antes de salir del apartamento, consciente de que había llegado el momento de dejar París, Francia y todo el continente europeo abandonando a su suerte a mi sobrino, le hice una última pregunta. Robespierre está en un momento inspirado. En el aire se respiraba la sed de sangre de la que el propio Robespierre era responsable. Hay opciones para las personas que no pueden tener hijos. Aquí las cosas se están poniendo muy feas y es importante que venga cuanto antes. Debemos irnos de París, tenemos que escapar de aquí como sea, cuanto antes mejor. Su cabeza acabará en la guillotina en cuanto tenga un poco de poder, chaqueta tottenham ésa será su recompensa. Estoy a punto de soltar una mala palabra seguida por la palabra tú cuando Nik le lanza un maní a la cabeza y le advierte: —Suficiente, cabeza de chorlito. Una palabra mía y mañana mismo estás en el cadalso.
Es una adulta y puede hacer lo que le guste. Y aunque lo lamenté, no me sorprendió enterarme de que al cabo de veinticuatro horas se habían producido los arrestos. Concerté una cita con Denton para plantearle ciertas cuestiones referentes a mis inversiones, pero unas horas antes me llamó para cancelar la reunión porque tenía que asistir a un funeral. Supe que Denton había tenido un padre estricto el día que lo vi enderezarse en su asiento y ponerse tenso cuando Magnus lo llamó por teléfono. Le digo: —Tenemos un gran día de tratamientos de princesas de lujo por los que pasar. Robespierre iba delante del chirrión, enloquecido por el dolor, con la cara destrozada por el disparo del día anterior. Lina cara de lo más profano y sensual. No necesitarías ninguna de estas mierdas si no fuera por mí. Siento a alguien detrás de mí. Al entrar recorrió rápidamente la estancia con la mirada por si había alguien más o descubría alguna nueva adquisición. Di un paso atrás, horrorizado por la imagen del poder enloquecido que reflejaban los ojos de mi sobrino, ese insignificante soldado de infantería. Cuando la carreta se abrió paso entre la muchedumbre, la gente enloqueció, clamando venganza y la cabeza de su antiguo héroe.
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